En el arte contemporáneo, una de las presiones innecesarias a las que nos sometemos los artistas, sobre todo al principio de nuestras carreras, está marcada por la cuestión del valor de los cuadros. Socialmente está establecido así: Parece que si un cuadro no vale un pastón de aúpa es que no tiene calidad o que el pintor no es bueno. A la vez, si el pintor pone precios muy elevados es probable que venda muy de vez en cuando en estos momentos. Entonces, ¿qué es mejor?