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¿Por qué existe la idea de que los pintores son personajes extraños y extravagantes que van de genios?
Detestamos vivir nuestro día a día como una rutina que siempre es igual. A menudo necesitamos que los estímulos y las distracciones se sucedan. Es por eso que llaman la atención y resultan atractivas las personas que parecen tener una vida original y diferente, fuera de lo común. Muchos artistas también tenemos la tentación de llevar una vida tan extraordinaria como sea posible, incluso a veces necesitamos ser “únicos”, y acabamos siendo conocidos por nuestras salidas de tono más que por nuestro trabajo.
Yo mismo he tenido que trabajar interiormente para equilibrar la personalidad y basar el trabajo profesional en propuestas tangibles. Por mi experiencia puedo decir que la mayoría de la gente está cansada de idioteces y más bien desea que el arte sea algo útil que le haga un servicio. Cualquiera que tenga un nivel intelectual un poco elevado, rasgo que suele verse entre los profesionales del sector artístico y entre los verdaderos aficionados al arte, se cansará bastante deprisa de las excentricidades, en caso de que hayamos decidido optar por ese camino.
Así que, si tenemos que llevar a cabo una vida extraordinaria, mejor que sea por todo lo que hemos hecho por los demás y no por la colección de “genialidades” por las que pretendíamos ser admirados.
Mujeres pintoras: Carmen Gandía

En los últimos años, catalogando la obra de mi abuela Carmen Gandía, he hablado con muchos de sus clientes. Han pasado muchas décadas desde que adquirieron las obras de mi abuela. La mayoría de las personas con las que puedo hablar conocieron personalmente a mis abuelos, y me he dado cuenta de que lo que más les ha quedado gravado a pesar del tiempo ha sido la sencillez y la honestidad que desprendían y con la que trabajaban mis abuelos. Estaban a pie de exposición dispuestos a presentar su obra y a servir a las personas que habían venido a verles.
Sencillez: la pintora Carmen Gandía
Yo, que con 17 años me creía mejor que mi abuela, que había pretendido que edificaran un busto mío en alguna plaza antes de tener treinta años, me di cuenta de que los actos más sencillos y sinceros eran los que más permanecían en el tiempo. Esas personas me hablaban de cómo recordaban ver pasear a mis abuelos, de cómo mi abuela no puso objeción en cambiar un detalle de un cuadro que no estaba bien, de hasta qué punto se esforzaba en hacer que cada cosa que pintaba tuviera un brillo fuera de lo común.
Todo el empeño de la pintora Carmen Gandía estaba al servicio de su trabajo y de las personas que conocía, quizá por eso hoy en día siguen causando impacto sus cuadros y siguen siendo útiles para la gente.
He hablado con muchos profesionales del mundo del arte, y también con personas que ayudan a promover la obra de artistas, y su punto de vista suele ser claro: falta actitud de servicio a la gente y sobran egos. Por eso, entre otras cosas, hay cierta distancia entre un segmento notable de la población y el arte. Es un trabajo que a medida que se hace abre muchas puertas. Y es que la mayoría de la gente está cansada de tonterías; quieren que se les presente algo que sea útil y que tenga una funcionalidad, igual que nosotros cuando vamos a comprar un armario.
El mundo y sobre todo el mundo del arte necesita referentes sólidos, con propuestas comprensibles a varios niveles, que ofrezcan luz en un mundo a menudo desorientado y lleno de ideas que no conducen a ninguna parte.
¿Y tú, trabajas simplemente para que te admiren o trabajas para ser un buen profesional al servicio de los demás?
Si quieres saber más sobre la pintora Carmen Gandía, puedes leer estos artículos en los que hablo sobre ella:
Web dedicada a mi abuela, la pintora Carmen Gandía
La importancia del bodegón en la pintura
En la Vall d’en Bas
Tras los pasos de Carmen Gandía
También hablo sobre ella en este video, a partir del minuto 2:30