
Siempre había deseado superar la timidez y la ansiedad y ser una persona más social, que no tiene el foco puesto en sus problemas si no que puede interesarse relajadamente por la vida y los gustos de los demás y aprende lo posible de ellos, a la vez que valora si puede servirles en algo. Aunque a veces en la vida…
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Los síntomas de la ansiedad condicionan nuestra vida
Desde mi niñez, y hasta los 22 o 23 años, tenía un círculo de relaciones pequeñísimo, detestaba el teléfono, y me daba un reparo enorme tener que llamar a una editorial o a cualquier lugar para solicitar información o pedir una entrevista. Memorizaba frase por frase lo que tenía que decir y luego, cuando ya había marcado los números y daba línea el teléfono, me notaba el pulso en la oreja.
Algo parecido me sucedía cuando entraba en alguna tienda o, peor, cuando iba a una entrevista. Sudores de manos fríos y calientes, el coco funcionando a todo trapo con premoniciones trágicas para mi persona que incluían un gran terror a hacer el ridículo y a ser desaprobado.
Eso por no hablar ya de los ataques de pánico y del astado más o menos regular de ansiedad en el que en mayor o menor medida solía estar en mi adolescencia.
Me parecía imposible superar la timidez
Sin embargo, se puede superar la timidez y la ansiedad hasta el punto de darte la impresión de que cuando eras tímido eras otra persona o que tu conciencia estaba en otra dimensión.
Habitualmente, la timidez viene producida por una falta de seguridad. Puede ser a nivel intelectual (estando con una o varias personas, no sabemos qué decir sobre algo en concreto, o nos da miedo que los demás repliquen nuestro argumento), aunque a veces también puede influir la falta de seguridad física (sensación de que la vida es dura y que el mundo nos aplasta). Otras veces, no sabes si alguien es tímido o es que está a disgusto. Ese podría ser un caso de falta de desarrollo afectivo.
En todo caso, el desarrollar un criterio y un argumento sólidos o el tener más seguridad física son cosas que a veces se desarrollan por el simple hecho de hacerse mayor y asumir la vida adulta. En mi caso, como ya tenía más de veinte años y me veía condicionado para trabajar por mi cuenta y para ser libre en otros aspectos, desarrollé estos campos trabajándolos a fondo, con el estudio de la Filosofía en el campo intelectual y con el estudio de las artes marciales en el campo motor.
Ser un buen orador: la práctica progresiva
Entonces sí que noté que con los años, y haciendo el esfuerzo de abrirme a otros círculos y conocer otras personas, ampliaba mi campo de relaciones. Tanto es así, que a los 28 realicé mi primera exposición individual y, aunque pasé unos nervios muy considerables, vino mucha gente y vendí veinte cuadros, ¡e incluso hice un discurso de bienvenida en la presentación ante casi un centenar de personas!
Con el tiempo, incluso, intentaba asumir el reto de tener que hablar en público de vez en cuando. La primera exposición de pintura que presenté era sobre un libro que a su vez presenté personalmente en público en más de una ocasión, en colegios y en otros lugares. En cierta medida y en contra de mi voluntad, me exponía al público para probarme y superar la timidez.

De esta manera desapareció una gran parte de la timidez que me había acompañado hasta entonces. Pero para las presentaciones de las exposiciones seguía pasando unos nervios horrorosos, y muchas veces dormía poquísimo cuando había decidido que iba a hablar. En mi segunda exposición individual, en pleno verano, no sé si por el calor o por los nervios, pero el día antes de la inauguración dormí media hora. Tenía confirmada una asistencia de más de 100 personas y dejé que eso activase temores innecesarios, pues en realidad era un público conocido de gente cercana de aquí y allá a la que le gustaba mi trabajo y venía para estar a mí lado.
En la cuarta inauguración, en la que asistieron entre 180 y 200 personas (no cabía nadie más en la sala), hice un pequeño discurso que fue correcto, pero por la cantidad de gente que había y por lo bien que fue todo podía haber estado impecable.
Clubs de oratoria Toastmasters
Ese día, hablando con uno de mis amigos fotógrafos que venía a ayudarme en las inauguraciones en Barcelona haciendo fotos, me enteré de la existencia de unos clubs de oratoria que formaban parte de una red internacional. La red Toastmasters, con sede en forma de clubs por ciudades de todo el mundo. Investigué en Barcelona y vi que había varios clubs, y que además la cuota era muy asequible, unos 7 euros al mes. Así que me apunté y poco a poco fui animándome a participar, y aunque pasaba un montón de nervios me di cuenta que desde fuera la imagen era mucho mejor de lo que yo interpretaba.
Estuve más de dos años aprendiendo y ejercitándome semanalmente como orador, participando con discursos y exposiciones en público en varios de los clubs que había en mi ciudad, Barcelona. La red Toastmasters fue a su vez una buena oportunidad para conocer personas interesantes de todas las edades, muchos de ellos con buenos proyectos que mostrar al mundo. Proyectos beneficiosos para todos como pueden ser asociaciones para la detección y eliminación de las minas antipersona, asociaciones de ayuda a personas con discapacidad o asociaciones de carácter ecologista, entre muchas otras.
La red de clubs de oratoria Toastmasters es una buena oportunidad para aprender a hablar en público y superar la timidez. También es una buena oportunidad para conocer personas interesantes de todas las edades, muchos de ellos con buenos proyectos que mostrar al mundo.
También he ido a clases de idiomas, a aikido, a clases de escritura. Me he acercado a asociaciones de distinta índole. A rodajes de cine… y en definitiva a cualquier lugar que me pareciera interesante y en el que pudiera conocer personas que me estimularan por sus inquietudes y con las que pudiera establecer una relación natural. Al final, te acabas interesando por su camino y ellas por el tuyo y es normal que antes o después encuentres a alguien al que le interese tanto tu arte como para comprar un original. Todo se da de manera natural
Me he dado cuenta de que la gran mayoría de personas no se han planteado esa posibilidad de comprar arte hasta que se va materializando por el hecho de conocer a un pintor. Por eso no es necesario empezar con grandes coleccionistas de arte, hay neófitos con mucha sensibilidad y ganas de aprender sobre el mundo del arte, así como de conocer y apreciar nuestro trabajo. Establecer una relación con ellos es un placer difícil de describir.
La gran mayoría de personas no se ha planteado la posibilidad de comprar un cuadro hasta que se va materializando esa posibilidad por el hecho de conocer a un pintor.
La venta en este caso no es insistente ni forzada si no que es una consecuencia natural y lógica. Aunque de entrada también tienes que ayudar a la persona a entrar en tu mundo, porque en casi ningún lugar se habla de arte y la mayoría de gente está desconectada del tema. Pero, como decía, todos tenemos sensibilidad y a cualquiera le puede llegar a interesar. Así que puedes tú averiguar e incentivar sus gustos en el arte, sus motivos predilectos (marinas, paisajes, retratos) y sus pintores favoritos. Si no los tiene, le puedes hablar de los tuyos.
Antes o después, al final das con alguien con quien se va abriendo un camino fructífero de forma natural que se mantiene en el tiempo o incluso, quien sabe, te ofrece otros contactos.
Gracias por leer este artículo sobre superar la timidez, que está muy relacionado con este otro artículo, que trata sobre la presión exterior que puede vivir el artista en sus primeros años, ya sea por familiares que no creen lo suficiente en él y que intentarán disuadirlo de su proyecto artístico, o de otras personas cercanas que proyectarán sus dudas sobre nosotros.
En este video que sigue, también hablo con bastante detalle sobre todo lo relacionado con superar la timidez y superar la presión exterior: